Privilegian bajar la inflación antes que atender el atraso cambiario

Desde febrero el Gobierno decidió aminorar la tablita de depreciación del peso, del 2% al 1% mensual.
Así, a pesar de las recomendaciones del mercado, los grandes bancos internacionales y el FMI, Javier Milei y Luis Caputo decidieron ir a fondo para aplastar la inflación, y dejar en segundo plano la preocupación por el atraso cambiario.
El dólar subió mucho menos que el costo de vida en el 2024, y esto genera pérdida de competitividad de la producción argentina y un boom de turistas en las playas de Brasil y en los centros de ventas chilenos.
En su primer año de gestión, el Gobierno puso el acento en bajar la inflación, para lo cual eliminó la emisión monetaria, achicó el déficit fiscal y abrió las importaciones.
El objetivo se logró, a costa de una fuerte recesión y una pérdida de poder adquisitivo que golpeó sobre todo a los sectores medios y a los jubilados.
La estrategia fue elogiada por el FMI y los inversores, que pusieron a la Argentina otra vez en el radar de las finanzas internacionales.
Sobre todo, se ponderó el logro de Milei de haber aplicado un ajuste sin precedentes y mantenido el apoyo de la opinión pública. Y Caputo fue elegido “ministro de Economía del año” en los Estados Unidos.
Esta política se aplicará en momentos en que crecen las advertencias de los expertos sobre un retraso cambiario cada vez más consolidado, que provoca una pérdida de competitividad creciente en la economía.
Hay temores en el mercado de que el Gobierno pueda perder de vista la necesidad de tener un equilibrio entre calibrar la inflación e impedir que se profundice el atraso del tipo de cambio.
A ese escenario se suma una caída de reservas que en las últimas dos semanas superó los u$s1.100 millones.
Las reservas son una variable clave que sigue el Fondo Monetario Internacional, que ya hizo la vista gorda ante el incumplimiento en la acumulación de divisas que tuvo el país en el último acuerdo.
La cuestión es motivo de preocupación con vistas a la negociación de un nuevo acuerdo, que el Gobierno pretende cerrar no más allá de abril próximo.
La caída de reservas está originada en la decisión de destinar dólares para contener la suba de la divisa norteamericana en el mercado financiero, sobre todo vía contado con liquidación, al hecho de que se mantenga la posibilidad de liquidar el 20% de los dólares a través del CCL y a que el BCRA debe destinar cada vez más divisas a las importaciones y las compras con tarjeta en el exterior, que se dispararon este verano.
La oleada de argentinos que inundó las playas de Brasil, Uruguay y Chile comienza a tener efectos en las reservas del Banco Central. Los gastos en dólares con tarjeta de crédito se dispararon en enero y el acumulado se aproxima al enero con mayor salida de dólares de los últimos siete años.
Ese stock se acerca peligrosamente a los u$s1.000 millones. Analistas llaman la atención sobre el hecho que la última vez que los gastos de los argentinos en dólares se volvieron tan abultados fue en 2018, la crisis que se originó en el Gobierno de Mauricio Macri y que generó una corrida contra el dólar y la necesidad de acudir posteriormente al Fondo Monetario.
El éxodo de argentinos al exterior con un tipo de cambio que luce "barato", sobre todo a partir de la devaluación del real en Brasil, termina complicando el escenario de disponibilidad de divisas.
En diciembre pasado la cantidad de argentinos que viajaron al exterior subió 76,4% interanual. Un dato llamativo.